15 mar 2010

Hablando de heridas

Dicen que cuando el cuerpo se lastimas, o sufre alguna herida, se recupera mejor de lo que antes se encontraba. Para bien o mal, porque las curaciones erróneas existen, el cuerpo mismo se encarga de recuperarse. El organismo entero que busca siempre su equilibrio. Así en la armonía precisa y eficiente, aunque no perfecta de nuestra nave.

Cada uno con su particular particularidad, cada uno encargado al cuidado que le debemos.

Muchas veces sucede, que varias heridas, un golpes, o lesiones para generalizar un poco, se suceden sobre un mismo lugar, o próximo. Allí muchas veces nacen lesiones más importantes, que pueden requerir de un tratamiento especial, y a veces, hasta cirugía. Hasta aquí todo bien, si la lesión no es severa, y por lo general la medicina actual es muy eficiente. Pero de ser necesaria una cirugía, ¿estamos preparados para lo que vienes después? Es importante aquí entender a la cirugía como una intervención, una suerte de imposición a un organismo que de por si es capaz de sanarse. Veámoslo como una forzada alternativa.

Mas de uno/a habrá despertado por la mañana para aterrorizado/a descubrir que le falta una pierna o un brazo. No que se lo hayan robado, pero no se siente. Seguramente tras un pequeño y momentáneo espacio-tiempo de horror, uno termina de despertarse para entender que el supuesto brazo faltante no es más que lo conocido como “brazo dormido”. Resultado de una postura rebuscada al dormir, que seguramente obstruyo el normal torrente sanguíneo, provocando la perdida de movimiento en alguna extremidad.

Ahora, pasado el momento gracioso, lo interesante radica en centrarse en esos 10 segundos, donde de veras se piensa que algo falta. Seguramente muy pocas películas de horror consigan generar la terrible sensación de ver pero no sentir, ni poder mover una extremidad.

Volviendo a las lesiones, de ser graves, probablemente requiera cirugía, repaso, y el consecuente periodo de reactivación para ese músculo u órgano, a fin de recuperar su ductilidad y flexibilidad natural. Podría entender como un periodo durante el cual se le vuelve a enseñar como hacer lo que se supone que debe hacer.

El problema y las preguntas nacen cuando lo que se lesiona es algo más delicado. De lo cual no solo dependen la vida y el ritmo continuo del cuerpo. Se habla de ese órgano que nos recuerda la sincronía de la vida.

Y cuando hablamos de él, debemos meternos en un terreno complejo y muy particular. Es conveniente empezar diciendo que no es lo mismo rasgar la piel, o un tejido, ni perder una extremidad, pero mucho menos se comparan con un corazón roto.

Disfunciones cardiacas, flujos de sangre insuficientes, conductos obstruidos, algunas nociones clínicas tratables. Pero aquí es necesario hacer una diferencia. Y es que para esto tenemos dos tipos de lesión, una concreta, física tratable o no. Las otras obedecen a otras circunstancias, y son de otro plano. Quizá muchos coincidan en decir duelen mas.

Me atrevo a asegurar que no he conocido herida más profunda e infecciosa que un corazón roto. Ese horror de la perdida de algo de uno, exponenciado y extendiendo su duración a quien sabe cuánto.

Porque dicen que lo que no te mata te hace más fuerte. Pero claro una herida quizá no te mate, agonizar no es morir. Pero y aunque te haga más fuerte, cuánto tiempo puede llevar volver a enseñarle a un corazón roto lo que tiene que hacer. Y como saber si algunas ves serás más fuerte, claro, a otros les paso. Pero no dijimos que somos cuerpos muy particulares? Y más aun, si ya esta herida no es de este plano, sino hay racionalidad que la abarque.

Como resistir, es como entrar en coma y pasar una estancia en la nada. Es dejar de usar una parte de ti. Es saber que se te ha dormido el corazón. Y que por más que quieres hacerlo funcionar, no pasa nada. Sabes que va a pasar, sabes que es temporal. Pero no sabes cuánto va a durar.

Y es terrible pensar que una vez roto, hay que encontrar la forma de curar. Pero con curar no basta, sino que es solo el principio. Ese musculo debe volver a trabajar. Volver a formar parte de ese organismo místico que lo necesita. Y en esa incierta espera, la compañía de ti mismo es muy buena anestesia. Quizá suceda que en ese transe que tengas que mantener algún enfermero llegue a tu cuidado.

Hoy nos sabemos más fuertes. Nuestra eterna espera ah concluido. Descubrimos que para cada enfermedad siempre hay una medicina. Descubrimos que nadie escapa a la herida más profunda. Nos descubrimos en ese mar de lamentos y luchas solitarias.

Culpa de los dos hoy nos sabemos menos muertos, no sabemos más fuertes y nos curamos el uno al otro.

1 comentario:

  1. Pero es solo culpa tuya que te ame como te amo.
    Muy bonito mi vida, me encanta :)

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